Nos salvamos juntos o…
José Ayala Lasso
Sábado 25 de abril 2020
De gentes sensatas necesitamos en estos tiempos, de gentes que piensen en el país y no en sus ideologías o intereses personales. Cuestión de elemental buen juicio es reconocer que la crisis sanitaria y económica golpea al planeta. Ya tiene metida su mano siniestra en el bolsillo de todos y nos obliga a dar una respuesta solidaria, de simple sentido común. Se avizoran meses de sacrificios individuales y colectivos tan duros como ineludibles. Los que más recursos tengan menos mal la pasarán, pero deberán contribuir más para solventar la situación. Tal como la lucha contra un virus que no discrimina entre países o personas, así la salud de la economía exigirá la contribución de todos. El Gobierno tiene la gravísima responsabilidad de planificar y dirigir la lucha, así como el derecho de reclamar el apoyo de la ciudadanía. Ésta tiene la obligación de aceptar su cuota de sacrificio para facilitar las soluciones. Si la crisis no tiene precedentes, no es hora de oponerse al Gobierno con los argumentos demagógicos de siempre. Todos los bolsillos deberán entregar una contribución especial, simbólicamente los que menos tengan, sustancialmente los de mayores recursos. Hay que ayudar al pobre para que se incorpore al proceso económico y estimular al empresario para que mantenga activo ese proceso. La Asamblea, que debería actuar con eficacia en vista de la urgencia y magnitud del problema, se toma su tiempo, afirma que una reducción de las dietas parlamentarias originaría un ahorro insignificante y se opone a que se le “meta la mano en el bolsillo del pueblo”. Demorar la acción solidaria y decidida no tendrá otro efecto que dificultar la solución. Basta ya de cálculos políticos y de rencillas ideológicas internas, basta de la demagogia de dirigentes políticos, sindicales e indígenas que se niegan a reconocer la nueva realidad. Hay que respetar los derechos laborales, teniendo en cuenta que la situación creada por la crisis mundial demuestra que no es verdad que para proteger al trabajador haya que atacar al capital. Finalmente, se presume que el nuevo orden que emergerá después de la crisis será muy diferente al destruido por el virus. Ojalá prevalezca la convicción de que la naturaleza no está hecha para ser ciegamente explotada sino para asegurar armoniosamente la trascendencia de la vida en todas sus formas. La base del ordenamiento social habrá de reconocer la esencia solidaria de los seres humanos, la legitimidad e igualdad de sus aspiraciones y la necesidad de que todos aporten para afrontar el presente y construir el futuro. Nada será peor que pretender resolver la crisis “salvando el pellejo”, puesto que ahora, más que nunca, ha quedado demostrado que un simple virus puede terminar con la existencia global. O nos salvamos juntos o todos iremos al precipicio.
Este contenido ha sido publicado originalmente por Diario EL COMERCIO en la siguiente dirección: https://www.elcomercio.com/opinion/salvamos-opinion-columna-columnista-pais.html.