La indecisión provoca un estallido
José Ayala Lasso
Sábado 16 de mayo 2020
Con sobra de razón, sintiendo como nunca el lento paso de los días y admitiendo a medias las restricciones dispuestas por el Gobierno, la gente se pregunta hasta cuando resultará aceptable una disciplina incómoda y desacostumbrada que, en última instancia, no produce frutos inmediatamente visibles. Mientras tanto, la incertidumbre empieza a tomar cuerpo porque la paralización de la economía y sus desastrosas consecuencias sociales son innegables.
Encontrar un equilibrio sensato entre la obligación de proteger la salud y la necesidad de volver a dinamizar la economía y evitar el caos social que podría producirse como consecuencia de la parálisis causada por la maldita pandemia: ¡he allí el dramático dilema cuya solución corresponde al Gobierno y demanda la cooperación de todas las instituciones y personas!
Merecen la más severa condena los actos de corrupción que se descubren diariamente, criminales negociados con la salud del pueblo enfermo, que son una consecuencia directa de la estructura delictiva creada por el anterior régimen para borrar la línea de separación entre lo correcto y lo incorrecto en el manejo de los dineros del Estado.
Después del diluvio universal del que habla la Biblia, el orgulloso rey Nemrod concibió una obra que desafiara todos los rigores y amenazas de la naturaleza: la torre de Babel solo consiguió sembrar la división, la desconfianza y la rivalidad en el pueblo judío. Los seres humanos se aislaron los unos de los otros por la confusión de las lenguas, se enemistaron con la naturaleza y se alejaron de Dios. Parecería que la humanidad ha venido repitiendo una historia conocida.
El país ha sido afectado por la pandemia precisamente cuando no contaba con la más elemental estructura para protegerse, en lo sanitario y en lo financiero. El Ecuador está dividido, ha renacido el abyecto regionalismo, el pueblo desconfía del Gobierno y ha perdido la fe en el Estado. La lengua que hablamos ya no es la misma. Estamos en Babel. La ética y la ley son entendidas de maneras distintas y hasta contradictorias.
Las instituciones del Estado no han tomado consciencia de que la gravedad de la situación les obliga a buscar y encontrar consensos para adoptar medidas factibles, aunque dolorosas, a fin de prevenir y evitar una explosión social que podría exhibir buenos argumentos, pero carecería de razón.
Los titubeos y la indecisión del Gobierno son inadmisibles y condenables. La Asamblea se ha convertido en una inútil torre de Babel. Parecería que la dirigencia política y social del país está empeñada en esconder la cabeza en un hueco de arena y esperar que pasen los pocos meses que faltan para las elecciones presidenciales. Pero tal actitud solo sirve como abono para empeorar la crisis que el prófugo de Bruselas fomenta para pescar a río revuelto.
Este contenido ha sido publicado originalmente por Diario EL COMERCIO en la siguiente dirección: https://www.elcomercio.com/opinion/jose-ayala-lasso-indecision-estallido.html.