PALABRAS EN HONOR AL DÍA DEL DIPLOMÁTICO ECUATORIANO
20 de mayo de 2022
Señor Juan Carlos Holguín, Ministro de Relaciones Exteriores, Señor José Ayala Lasso, ex Canciller de la República,
Señor Alejandro Suárez, Director de la Academia Diplomática, Señor Gonzalo Salvador, Presidente de AFESE,
Distinguidos familiares del ex Presidente Galo Plaza Lasso, Señoras y señores:
Tengo el honor de dirigirles unas pocas palabras en nombre del Embajador Gonzalo Salvador, Presidente del Directorio de la Asociación de Funcionarios del Servicio Exterior, ya que por razones de salud, no le fue posible acompañarnos personalmente en este evento. Saludo a este distinguido auditorio, además, en representación del Directorio de AFESE con ocasión del Día del Diplomático, celebrado cada 21 de mayo; día en que se conmemora también la creación de la Academia Diplomática.
Este es un día especial, para todos los que orgullosamente pertenecemos a esta gloriosa Institución. Especial desde el punto de vista simbólico, pero también desde la perspectiva más pragmática. Desde el idealismo y el realismo que conviven en nuestra forma de estudiar el mundo en el ánimo de encontrar soluciones, para tornarlo cada día un poco mejor. Ser diplomático es vivir en un esfuerzo permanente por servir con eficiencia al país y a nuestros connacionales a través del trabajo comprometido, de la mística de servicio y de la capacitación continua para alcanzar los más altos estándares que requiere el ejercicio de la diplomacia contemporánea.
Un autor clásico, Harold Nicolson, en su obra “La Diplomacia” nos enseñó que: “la diplomacia, en cuanto dirección ordenada de las relaciones entre seres humanos es mucho más vieja que la historia. Pero que la diplomacia, como profesión y como una rama especializada del servicio público, solo surge a partir de 1815, luego del Congreso de Viena”. Es así, que tanto a los países europeos como a los americanos nos ha tomado muchos años definir
los parámetros para alcanzar una profesionalización de excelencia, pues las destrezas de la diplomacia y las cualidades con las que debe contar un diplomático, para llegar a los niveles jerárquicos más altos, solo se adquieren a través de muchos años de preparación, autoexigencia y asimilación de experiencias.
Para este mismo estudioso de las relaciones internacionales, las cualidades más preciadas con las que debe contar un diplomático son: la integridad moral, la preparación académica, la precisión en sus juicios de valor, la modestia, la lealtad, pero sobre todo, dirá Nicolson: la buena fe, virtudes que son el fundamento de una “buena diplomacia” y el ideal al que todos debemos aspirar.
Hay quienes tenemos, dos, diez, veinte, cuarenta años de trabajar y conocer desde dentro a esta Cancillería. Años pletóricos de experiencias que nos han enseñado a amarla profundamente. Por ello, nos llena de satisfacción y orgullo, que en esta fecha, el Canciller del Ecuador Juan Carlos Holguín firme el Acuerdo Ministerial por el cual se designa a la Academia Diplomática con el nombre del ilustre político y diplomático, Galo Plaza Lasso, ex Presidente del Ecuador. Hombre íntegro y convencido demócrata, que gobernó con sabiduría y pleno respeto a las libertades; y que en el ejercicio de la diplomacia concilió los más diversos intereses, fortaleció a la Organización de Estados Americanos, en tiempos difíciles, y fue un ferviente promotor de la integración latinoamericana.
Con esta oportunidad, quiero agradecer al Canciller Juan Carlos Holguín por su apertura al diálogo, por su permanente apoyo a las iniciativas encaminadas a fortalecer la carrera diplomática, la unidad y la profesionalización del Servicio Exterior, así como por su empeño en procurar los medios económicos, no obstante, las severas limitaciones presupuestarias, pensando siempre en el bienestar de los funcionarios y de sus familias.
Finalmente, a nombre de la AFESE quiero extender mi afectuoso saludo a todos los compañeros que integramos el Servicio Exterior. En este día del Diplomático, que casi coincide con la conmemoración del Bicentenario de la Batalla del Pichincha, un acontecimiento que nos invita a rescatar y poner en vigor los ideales de los y las patriotas que dieron lugar a la formación del Estado nacional, de este Ecuador que amamos y al que honrosamente representamos cada vez que cruzamos sus fronteras.
Por aquellos grandes diplomáticos que físicamente ya no están con nosotros, pero nos cedieron un legado que nos orienta e inspira día a día; por los diplomáticos en servicio pasivo, gracias por continuar obsequiándonos con lecciones de sabiduría y de paciencia; por quienes estamos hoy aquí, compartiendo este tiempo y este espacio; por nuestros colegas que nos representan en tantos lugares del mundo; por sus familias; por el personal del servicio auxiliar. ¡Qué viva el Día del Diplomático ecuatoriano!
¡Muchas gracias!