CELEBRACIÓN DEL INTI RAYMI.
Cuzco. Junio 24, 2021
Gracias a las nuevas tecnologías que hoy tornan al mundo más pequeño e interdependiente, me encuentro presente en la emblemática ciudad del Cuzco con oportunidad de participar en esta celebración del Inti Raymi, si bien no físicamente, sí con emoción y con un sentido de pertenencia a este mundo andino que nos cobija y en el marco de una fiesta sagrada, la más importante del pueblo inca. Ello me brinda ocasión para expresar mi más cordial saludo y cálido abrazo, en nombre del pueblo y la nación ecuatoriana, a nuestros hermanos peruanos y a usted en particular, señor Presidente Francisco Sagasti, que, como insigne historiador, conoce en profundidad el significado y trascendencia de la celebración que hoy nos reúne.
Una de las expresiones más emblemáticas de nuestras gloriosas raíces compartidas es sin duda el Inti Raymi como legado de la Nación Cañari-Inca, que constituye la Fiesta del Sol y la cosecha del solsticio de junio. Por ello, revivir esta festividad ancestral, nos permite conservar el esplendor de nuestras raíces étnicas comunes.
No en vano en el año 2019, la Asamblea General de las Naciones Unidas, mediante Resolución patrocinada por nuestros dos países, reconoció el 21 de junio como el día internacional del Solsticio, en sus diferentes manifestaciones como el Inti Raymi, otorgándole alcance y trascendencia internacional. Para este reconocimiento, la Asamblea General tomó en cuenta “que la celebración del solsticio, en cuanto expresión de la unidad del Patrimonio Cultural y de Tradiciones Centenarias, ayuda considerablemente a fortalecer los vínculos entre los pueblos a partir del respeto mutuo y los ideales de la paz y la buena vecindad.”
Nuestra nación que es plurinacional e intercultural por decisión del pueblo ecuatoriano y mandato constitucional, mantiene también viva y presente esta antigua conmemoración en sus diferentes manifestaciones principalmente a lo largo de las poblaciones del callejón interandino, todas igualmente festivas y de celebración, y sobre todo, de gratitud a la pachamama, por ofrecernos bondadosamente una buena producción y cosecha, siendo la fiesta del sol más emblemática aquella celebrada en Ingapirca, la antigua capital de los cañaris.
Contemplando esta magnífica escena, deseo a la vez hacer llegar un mensaje por la unidad, hermandad y solidaridad para nuestra región, puesto que del Cuzco partía precisamente, hacia los cuatro horizontes del mundo de entonces, un legendario camino unificador: el Qhapaq-Ñan. Un camino digno que, no solamente que ha dejado su impronta física en la desproporcionada geografía andina, sino en la historia de estos pueblos, por su grandeza tecnológica y la expresión civilizadora que implica; por el espíritu de organización y planificación que representa, y porque constituía, a la par, un instrumento clave como eje de comunicación del Estado Inca. Por esta ruta transitaban bienes, insumos y gente, integrando en un todo la extraordinaria diversidad cultural y natural que nos caracteriza.
Han transcurrido siglos desde entonces y los tiempos han cambiado. Pero la tarea de unidad sigue vigente, una unidad que nos es cada vez más necesaria para enfrentar los múltiples desafíos de un mundo globalizado. Entre ellos, cabe destacar en estos días de crisis la emergencia sanitaria derivada de la pandemia del Covid-19, crisis de una magnitud inédita que ha hecho aflorar muchas de nuestras debilidades, pero que al mismo tiempo nos posibilita la oportunidad de revalorar las fortalezas que tenemos, de encender nuestra voluntad, aquella que hizo posible tantas proezas que el mundo admira. Y por ello, se trata también de una nueva oportunidad para el reencuentro de nuestros pueblos, para reafirmar la trascendencia en el presente de nuestras culturas originarias en términos de enseñanza para el futuro y de testimonio de su extraordinaria capacidad para vivir en armonía con la naturaleza.
Queridos hermanos peruanos:
Me siento muy honrado en mi calidad de Ministro de Relaciones Exteriores y Movilidad Humana del Ecuador por participar en esta ceremonia, por medio de la cual nuestros ancestros celebraban al sol y a la pachamama, para que no se alejaran y siguieran bendiciendo el trabajo, asegurando la reproducción de la vida en el rito anual de la siembra y la cosecha.
Sigamos este ejemplo ancestral con nuestro esfuerzo, en orden a construir juntos un mañana de prosperidad y armonía, en un empeño unificador que se renueve y enriquezca en el día a día, tal como en aquellos años en que el Qhapaq-Ñan integraba nuestros destinos.
Al reiterar mi saludo, me permito extender una especial felicitación al Perú por el Bicentenario de su Independencia, augurando los mejores éxitos y prosperidad para sus ciudadanos, esperando poder acompañarlos presencialmente en una próxima oportunidad.
Muchas gracias.
Mauricio Montalvo
Ministro de Relaciones Exteriores y Movilidad Humana del Ecuador