LA CUOTA POLITICA EN EL SERVICIO EXTERIOR
Fernando Ribadeneira*
Muy poco o nada se comenta en los medios sobre la situación del Servicio Exterior, y por ello he considerado indispensable escribir este artículo para contribuir a dejar de lado semejante indiferencia con respecto a tan importante instrumento del Estado para el desarrollo nacional mediante la promoción de los intereses del país, con particular énfasis en los campos económico, comercial, social, turístico, cultural, etc., y en otros que son de carácter intangible orientados a proyectar una imagen positiva en la comunidad internacional, como son la vigencia de una democracia sólida, la independencia de la justicia y el respeto a los derechos humanos, entre otros valores sustanciales.
A esos efectos, el Servicio Exterior tiene que estar integrado por personal muy bien calificado, cuya preparación especializada se encuentra a cargo de las Academias Diplomáticas que forman parte de la estructura funcional de los Ministerios de Relaciones Exteriores, con un pensum de estudios cuidadosamente elaborado, en concordancia con las realidades de cada país y con los objetivos fundamentales que procura alcanzar en los contextos bilateral y multilateral.
En buena hora en el caso ecuatoriano, la Academia Diplomática, creada en 1987, que constituyó una valiente decisión histórica del gobierno de aquel entonces frente a la crónica, absurda e infundada oposición de determinados sectores nacionales, ha sido restablecida hace pocos meses, lo que merece un voto de aplauso, porque es el único órgano para la selección y el filtro de ingreso a la carrera diplomática, y la actualización permanente de sus miembros, que en nuestro país había alcanzado una notable consolidación y prestigio.
Lamentablemente, el anterior régimen, en una actitud de revanchismo populista y resentimiento con la diplomacia, adjudicándole maliciosamente un carácter elitista, por cierto muy alejado de la realidad, ya que particularmente a partir de la creación de la Academia Diplomática hace más de tres décadas, ha sido pluralista en todos los sentidos, y sustentada exclusivamente en la idoneidad y en la solvencia intelectual de los aspirantes, sin discriminación alguna.
Pero desafortunadamente la carrera diplomática que exige un elevado nivel académico, preparación y experiencia, se ha visto distorsionada y cada vez en mayor grado, por la llamada “cuota política”, que ha servido a los gobiernos de turno como dádiva gratuita para favorecer a amigos, parientes, agnados y cognados, amén del clientelismo politiquero, que debería estar vetado en el Servicio Exterior. Y peor aún, semejantes designaciones consuetudinarias se siguen observando como absolutamente normales y toleradas por la sociedad, sin entender el verdadero abuso e irresponsabilidad que engendran esas decisiones oficiales, que en el mayor de los casos recaen en personas no idóneas para las exigencias del país, ahora más apremiantes que nunca.
De modo que la importancia de la Academia Diplomática se relativiza, porque quienes han aprobado el curso para el ingreso al Servicio Exterior e iniciado y avanzado en la carrera por la puerta grande, quedan neutralizados en sus justas aspiraciones de servir al país en el extranjero por aquellos que entran y salen recurrentemente por la ventana sin pena ni gloria, aupados por el clientelismo de un Estado paternalista y protector que les ha sufragado unas laxas vacaciones en la mayoría de los casos.
Sin embargo de semejante incoherencia, hay que poner énfasis en que los funcionarios de carrera tienen que esforzarse aun más fortaleciendo su preparación y dedicación para justificar la defensa de esta noble y sacrificada profesión, y también en que la cuota política debería restringirse al rango de embajador, y de ninguna manera en las categorías inferiores, siempre y cuando los agraciados acrediten una solida trayectoria y capacidad para representar al Ecuador y promover sus importantes objetivos. Mientas tanto, en los actuales momentos, los diplomáticos improvisados dejan mucho que desear y con el tiempo los nombramientos políticos tendrán que desaparecer para liquidar esta aberración institucional.
*Embajador ®, exDirector de la Academia Diplomática del Ecuador.