LA ACADEMIA DIPLOMÁTICA DEL ECUADOR
DIARIO DIGITAL LA NACION Mario Ponce Lavalle – Quito
Escribo hoy -con suma complacencia por cierto- respecto de una institución trascendental para la política exterior ecuatoriana: La Academia Diplomática del Ecuador, que como parte integrante de la Cancillería de nuestro País, hace las veces de ser, una verdadera “universidad para el diplomático ecuatoriano”; es decir, para ese reducido grupo de compatriotas, que llevan sobre sus hombros, la grave responsabilidad de, representar, y enseñar ante las Naciones y Estados soberanos del mundo, nuestro País; con conocimiento profesional, dignidad, y alta dosis de patriotismo.
Esta iniciativa, cargada del noble sentimiento de amar al Ecuador, concibió como objetivo, preparar y profesionalizar al diplomático de nuestro País -como sana reacción- a la debacle diplomática sufrida, luego de la guerra contra el Peru a inicios de 1.941, y cuyo punto culmine y lascerante para nuestra historia, significó la pérdida de casi la mitad de nuestro territorio, mediante la firma del mal llamado “Tratado de Paz, Amistad y Límites de Río de Janeiro”.
Se responsabilizó -en ese entonces- injustamente a la diplomacia ecuatoriana, en cabeza del Canciller Dr. Julio Tobar Donoso, por ese desenlace; cuando la verdad histórica fue, que los errores e inestabilidad política, acumulada durante muchos gobiernos precedentes que tuvo el Ecuador durante aquellos años, configuraron un caos institucional, y no permitieron ejercer soberanía en los territorios ocupados; y peor aún, preparar militarmente al País, para una contingencia de ese orden… evidenciándose el riesgo de que, Guayaquil fuese bombardeada y/o atacada u ocupada la ciudad; convirtiendo al canciller Tobar Donoso, tácitamente en un rehen-víctima de esa circunstancia…
La idea inicial de crear una Academia Diplomática, surgió en 1983, y es atribuible a dos valiosos elementos de esa generación de diplomáticos: Edwin Johnson López y Patricio Zuquilanda Duque, ambos con rango de embajador de carrera, y quienes luego de cumplir muy dignas misiones, llegaron a ocupar los cargos de Vice Canciller y Canciller de la República, respectivamente.
En efecto, en ese año, como directivos de la Asociación de funcionarios AFESE llegaron a establecer el primer Centro de Capacitación, inaugurado por el Presidente Osvaldo Hurtado Larrea, siendo Canciller el embajador Luis Valencia Rodríguez.
Lamentablemente, este centro existió lo que duró el mandato de la Asociación, es decir dos años. Más tarde, a inicios de 1987, cuando el embajador Johnson presenta su postulación para dirigir AFESE, ofrece en su programa de trabajo, la creación formal de la Academia, cosa que se concretaría durante los meses subsiguientes con la suscrpción del correspondiente Decreto (2923 de 21 de mayo 1987), firmado por el Presidente León Febres Cordero; quedando así, establecida oficialmente la Academia Diplomática del Ecuador, como el único centro de formación para los diplomáticos de carrera.
Seguidamente, el mismo embajador Johnson, propone que el 21 de mayo de cada año se conmemore oficialmente, el “Día del Diplomatico ecuatoriano de carrera”, lo cual queda instituido…
En 2004, teniendo clara la necesidad de que nuestros diplomáticos del futuro, dominen experticias distintas y complementarias al Derecho Internacional como tal, y al esencial Protocolo -que reviste desde hace centurias, el ámbito de quien acredita la representación de un país ante otro Estado- lograron que el gobierno del Presidente Lucio Gutiérrez asigne una partida presupuestaria, que otorgó el ministro Mauricio Pozo, con el fin de concretar la adquisición de la propiedad que fuera residencia del Presidente Galo Plaza Lasso, quien fue también: Embajador, Canciller, Alto Comisionado de la ONU para la paz en Chipre y finalmente, Secretario General de la OEA, como un lugar más que adecuado, para desarrollar esta noble institución; Así se hizo, con el beneplácito de haber conseguido, un lugar tan idóneo, por tratarse de la propiedad del ecuatoriano más internacional, que ha tenido nuestro Pais en su historia.
Luego, sobrevinieron malos y obscuros momentos sobre la Academia Diplomática: cuando el ex presidente Correa, aladeó a la misma de su función natural, calificado torpe y despectivamente a los diplomáticos de carrera (momias cocteleras…) en acto impropio de un Jefe del Estado… y tal vez, por esta malhadada decisión, durante aquel gobierno, tuvieron lugar escándalos como el de: la narco valija diplomática, enviada a Italia conteniendo droga; o el impresentable asilo al delincuente Assange en nuestra legación en Londres: dónde se le otorgó -con responsabilidad de la Canciller de ese entonces- hasta una fraudulenta cédula ecuatoriana y nombramiento diplomático incluido…! episodios que es mejor NO RECORDAR, por sanidad mental, y vergüenza…!
Felizmente, desde 2019 la Academia Diplomática ha retomado su actividad, cumpliendo eficientemente su labor; lleva ya 35 años de vida institucional, que deberá seguir y perdurar, pues la realidad del mundo actual -tan integrado en bloques de países, y en intereses comerciales, técnicos y otros de diverso orden- exigen que la preparación de nuestros diplomáticos, vaya mucho más allá, de saber comportarse como personas educadas y decentes; cualidades mínimas que se exigen a un diplomático moderno.
! Deseo larga vida a la Academia Diplomática del Ecuador, en el entendido de que, su labor en beneficio del País, se realiza con patriotismo, dignidad y profesionalismo, y con la eficiencia que nuestra Patria lo requiere…!